Leyendas de Toledo: la Ajorca de Oro

Nuestra ciudad cuenta con multitud de hitos históricos que han sido cruciales para el desarrollo del país, pero también con un gran número de leyendas y misterios que se han quedado a medio camino y nunca sabremos sin fueron verdad o no. En nuestro post de hoy nos gustaría detenernos en estas últimas y repasar con todos vosotros la leyenda de la Ajorca de Oro que Gustavo Adolfo Bécquer plasmó magistralmente en papel. ¿La conoces? ¡Sigue leyendo y te la contamos!

Recordemos primero que la Ajorca de Oro es el título de una leyenda escrita por Gustavo Adolfo Bécquer, publicada originalmente en el periódico El Contemporáneo en marzo de 1861. El texto forma​ parte de las Leyendas de Bécquer.

 

leyenda ajorca oro

 

 

Una prueba de amor

La leyenda de la Ajorca de Oro se desarrolla en uno de los espacios más significativos y emblemáticos de Toledo: la catedral. Narra la historia de María Antúnez, una mujer que el propio Bécquer describe como una persona caprichosa, a la que le gustaba la moda y siempre quería destacar entre todos los vecinos.

Al parecer, hubo una tarde en la que el enamorado de María, don Pedro Alfonso de Orellana se la encontró llorando sin motivo aparente y ella le confesó el motivo: había estado en la Catedral de Toledo para celebrar la festividad de la Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad, y se había enamorado perdidamente de la ajorca que la imagen lucía en el brazo.

 

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El efecto que estas palabras provocaron en don Pedro Alfonso fueron tales, que el enamorado decidió entrar en el Catedral para robar la preciada joya y entregársela a María para complacerla y como prueba de su amor.

Así, aprovechó la noche y el silencio de la ciudad para adentrarse en el templo, hasta que llegó a la virgen y consiguió arrebatarle el brazalete.

 

Un misterio sin resolver

Sin embargo, el problema vino cuando bajó y se giró para salir corriendo de la catedral. Con tremenda sorpresa pudo ver cómo todas las estatuas del templo habían bajado de sus peanas y lo rodeaban, junto a los esqueletos de la cripta. Estaban tratando de impedir la fechoría.

Cuentan que al llegar el día encontraron a don Pedro Alfonso a los pies de la Virgen del Sagrario, de rodillas, y que hicieron falta la fuerza de cuatro personas para quitarle de las manos la ajorca de la virgen. El enamorado de María estaba completamente enloquecido, con los ojos como platos, y gritando “¡Suya es!”.

 

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Bécquer y Toledo

Gustavo Adolfo Bécquer dedicó un parte importante de sus creaciones literarias a la ciudad de Toledo, dejándolas en el imaginario colectivo para siempre. Así, aunque haya pasado más de un siglo desde que el escritor callejeaba por nuestra ciudad, la realidad es que aún pueden seguirse sus pasos. El Toledo por donde caminaba el poeta era una ciudad de misterios, figuras que desaparecen e historias de ensoñación, todo contado a través del filtro del romanticismo.

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