Retomamos nuestros paseos de domingo por Toledo con una parada en un espacio clave de nuestra ciudad. Aunque es muy posible que ya lo conozcas, vuelve para disfrutarlo una vez más, sin prisa, con los tuyos o en soledad. En nuestro post de hoy te proponemos una visita al Museo del Greco. ¿Nos acompañas?

Cualquier día es bueno para perderse en las calles de Toledo, la ciudad de las tres culturas, pero en domingo, podemos hacerlo como si fuéramos turistas. Además de arquitectura e historia en cada rincón, la capital está repleta de museos y de arte, entre los que sin duda destaca el Museo del Greco. Conozcámoslo un poquito mejor.

Ubicación del Museo del Greco

Ubicado en el Paseo del Tránsito, el Museo del Greco fue construido a principios del siglo XX con el objetivo de reunir en un mismo espacio la obra del artista. El Marqués de la Vega-Inclán fue quien adquirió un edificio del siglo XVI que había en la zona y un palacio renacentista y los complementó con muebles y enseres del siglo XVI. El Museo se convirtió en una realidad en 1912.

Hace poco más de una década, en marzo de 2011, el Museo del Greco abrió de nuevo sus puertas al público con una sede renovada pero manteniéndose fiel a su pasado. En tu visita podrás admirar gran parte de la obra de El Greco, como un magnífico “apostolado”, la Vista y plano de Toledo y Las lágrimas de San Pedro. Además, este espacio cultural completa su exposición con cuadros de Luis Tristán, Murillo, Valdés Leal y otros artistas. ¡No te lo puedes perder!

Historia del Museo del Greco

El museo trata de conmemorar la figura del Greco y la influencia de su obra en la ciudad de Toledo de comienzos del siglo XVII. La renovada sede de El Greco trata de presentar la historia de la casa y el museo al mismo tiempo. Por eso, se explica a los visitantes que no se encuentran en la verdadera casa del Greco, sino en un espacio creado para reunir su obra y ofrecerle un homenaje.

Visitar el Museo del Greco

¿Sabes de dónde viene la estrecha relación de El Greco con Toledo? A pesar de ser originario de Grecia, el pintor de finales del Renacimiento llegó nuestra ciudad en 1577, y aquí vivió y trabajó el resto de su vida.

Uno de los sueños del artista era convertirse en pintor de corte de Felipe II. Tras presentarle su obra Martirio de San Mauricio (1580-1582), el monarca lo rechazó por tratarse de una imagen muy artística que carecía de la propaganda iconográfica confesional que él requería. Aquella frustración llevó al pintor a vincularse más aún con Toledo, alquilando parte del antiguo palacio del Marqués de Villena para residir junto a su mujer y su hijo.

Gracias a un documento fechado en 1589, se ha podido saber que el artista fue considerado como “vecino” de Toledo. Prueba de su vinculación con la ciudad del Tajo quedó muy patente en el cuadro El entierro del Conde Orgaz, que le encargó en 1586 el párroco de Santo Tomé, la propia parroquia de El Greco.